Poetitzem la política

“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”
Federico García Lorca

I la política? Vol adeptes o amants? Good question 😉

Vegem-ne les definicions segons l’Enciclopèdia Catalana:

            Adepte: Partidari d’alguna persona o d’alguna idea.

            Amant: Que té afecció per una cosa. Amant de la música.

Potser la política té més adeptes que no pas amants, oi? Heu pensat què passaria si capgiressim la truita? Si aconseguissim que les persones que creuen en una política d’esquerres, basada en la igualtat i la justícia social fossin amants de les nostres polítiques? No respondré. Deixo que hi reflexioneu.

Però com ho aconseguim? Crec que una de les eines que ens hi portaria seria poetitzar la polítca.

Poetitzar la política, sí. I no m’he tornat boja. No es tracta pas de fer discursos en vers com en èpoques antigues, no. Tornem a l’Enciclopèdia, que en temps de perversió lingüística descarada com els que vivim, em sembla una taula de salvació tornar a l’essència dels mots. Una de les definicions figurades de poema és: “Cosa, fet o persona extraordinària, que té en si quelcom de meravellós o de valent que atreu i interessa. La seva vida és un poema.”

Sona bé, oi? Doncs sí. Ja fa anys que ho tinc clar, claríssim, que quan poetitzem la política, arribarem al cor de les persones. Ens hi posem, aprofitant que encara tenim Sant Jordi a flor de pell i ens omple de poesia?

Si hubiera más políticos que supieran poesía y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir en él.”
John Fitzgerald Kennedy

 

Article publicat a Club Còrtum el 25 d’abril de 2018

Respiro cultura

“Maldigo la poesía concebida como un lujo”
Gabriel Celaya

I jo. La poesia i la cultura. Perquè com diu el mateix poema de Celaya:

«Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpe, porque apensa si nos dejan
decir que somos quién somos”

La poesia, la cultura, tan necessària com l’oxigen que respirem. No com un luxe. La cultura com a constructora d’identitat, individual i col·lectiva, no com a mer consum d’oci. La cultura que ens conforma com a persones lliures i crítiques. S’adequen a aquest sentir, les polítiques culturals actuals? Em sembla que no. A Catalunya, el Govern inexistent fa temps que està per altres batalles i que entén la cultura com una arma més al servei de la causa independentista. I a Espanya, el Govern del Partit Popular destina els seus esforços a dilapidar tot indici de pensament crític, un dels principals fonaments de la creació cultural.

Respirem oxigen per viure, i respirem cultura per ser. I la política no pot ser aliena a aquesta realitat.

 

Article publicat a Club Còrtum l’11 d’abril de 2018

 

El largo camino de la edición

Escribir para ser leída, para ser oída y para ser escuchada. Escribir para una misma. Escribir, transmitir, sentir con la palabra en la mano el fluir de cada día. Y editar. Querer llegar más allá de donde termina tu mano. Y creerlo posible. Un sueño. Una necesidad que hay que hacer realidad para completar el proceso de creación.

Cuando de tu mano ya no fluyen las palabras porque ya se han fijado en el papel y las letras quieren volar hacia nuevas mentes, empieza el largo y arduo proceso de buscar quien crea en ellas y las lleve a otros lares. Conseguirlo no es fácil, y consume tantas o más energías que el propio hecho de la creación, porque ahora ya no depende de una misma completar la obra. Hay que convencer, hay que luchar y hacerse creer… Tienes que convertirte en tu propia vendedora… demasiados ingredientes que pueden echar a perder el pastel.

No encontré asesoramiento alguno y tuve que hacer de Sherlock Holmes para saber que no estaba de más registrar la obra en el Registro de la Propiedad Intelectual

Empecé a buscar editorial cuando tenía mi primer libro terminado, L’illa de la flor, un proyecto de poesía, pintura y multimedia creado a tres manos. Necesité más de un año y muchos y buenos amigos con gran capacidad de paciencia para socorrerme en los continuos ataques de desesperación. Quise echarlo todo a perder porque en todas partes me abrían la puerta con una sonrisa, pero detrás siempre había un “pero” que la cerraba de un porrazo. No encontré asesoramiento alguno y tuve que hacer de Sherlock Holmes para saber que no estaba de más registrar la obra en el Registro de la Propiedad Intelectual antes de empezar a dejarla en una editorial y en otra… por si las moscas… tuve que aprender como era un contrato editorial, cuales eran las cláusulas legales y las que no, los porcentajes en los que se movían, aprender a negociar un contrato y tantas otras cosas lejanas a aquello tan romántico de publicar el primer libro. Internet se prestó a ayudarme, y algunos amigos hicieron lo mismo. Entre todos lo conseguimos.

Editar. Paciencia, tozudez y deseos de acabar el proyecto. Sólo con esos ingredientes consigues llegar al final del camino. Editar. Y hacerlo sin perder los nervios ni vaciar el bolsillo…

Editar no es crear. No fluye de una misma como las palabras. Editar. Editar. La palabra retumba en los oídos cada vez que la oyes. Editar. Esa gran meta a donde llegar sin ser herida de muerte. Editar. Paciencia, tozudez y deseos de acabar el proyecto. Sólo con esos ingredientes consigues llegar al final del camino. Editar. Y hacerlo sin perder los nervios ni vaciar el bolsillo… aunque algunos euros saldrán de él, puesto que si no ganas un concurso difícilmente una editorial apostará por ti a cambio de nada. Editar. Y luego dar a conocer la obra, promocionarla más allá de tu círculo de amigos… y dejar que fluya y consiga el reposo en casa de la lectora o lector una vez finalizado el largo camino… y completar así el ciclo. Y descansar. Y saborear el placer de haberlo conseguido.

 

Artículo publicado en Entrejóvenes, número 88 (junio, julio, agosto de 2005)

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