Almudena

«Sin embargo, con el tiempo comprendí que la alegría era un arma superior al odio, las sonrisas más útiles, más feroces que los gestos de rabia y desaliento.» Las tres bodas de Manolita, Almudena Grandes

He tardado unos días en escribir este artículo porque necesitaba pensar y asimilar. Me indignó muchísimo la ausencia de Almeida y Villacís del acto en donde se nombraba Hija Predilecta de Madrid a Almudena Grandes. Aunque no me sorprendió porque las ausencias ya se dieron en su funeral y porque de hecho el alcalde de Madrid votó a favor de esa condecoración a cambio de que le aprobaran los presupuestos.

He tardado unos días porque no quería escribir un artículo lleno de odio y rencor.

La frase que encabeza este escrito me acompaña desde hace ya algún tiempo. ¡Es tan maravillosa! De hecho, es todo un posicionamiento de vida. Así que no, éste no va a ser un artículo de odio, sino de celebrar que en este país sabemos apreciar la belleza, en este caso la belleza de las palabras y el lenguaje, por mordaz que pueda ser.

«No existe caída más dura que la caída de una persona soberbia, ni un estupor semejante al que un soberbio prueba al caer.»

Almudena Grandes moría el pasado noviembre de un cáncer. Es considerada una de las grandes novelistas de nuestros tiempos. Y ha quedado más que demostrado con las muestras de cariño que tantos y tantas lectoras le han profesado desde entonces; en su funeral, en el acto de homenaje en la Feria del Libro de Madrid, en la proclamación de Hija Predilecta de Madrid, ¡y qué aplauso por favor! Yo no habría podido aguantar las lágrimas de emoción. ¡Y qué intervenciones! Las de Luis García Montero, la de Sabina… ¡Cuanta emoción! ¡Y cuanto amor!

Quizás, quizás, quienes se ausentaron deberían leer Las edades de Lulú y sabrían que «No existe caída más dura que la caída de una persona soberbia, ni un estupor semejante al que un soberbio prueba al caer. Tampoco existe, o al menos yo no lo conozco, un estímulo tan feroz como el que aprieta los dientes de una soberbia despechada.» ¡Si es que todo está en los libros! ¿Soberbia? ¿Incultura? ¿Desfachatez? ¡Qué más da! Ellos caerán. Almudena se queda entre nosotros para siempre.

No, este no es un artículo de odio ni de rencor. Este es un artículo de amor a las letras, a la literatura y a la cultura

Y en sus libros seguiremos encontrando preguntas que nos abrirán al mundo: «Yo creo que la literatura no tiene que ver con las respuestas, sino con las preguntas. Un buen escritor no es el que intenta iluminar a la humanidad, respondiendo a las grandes cuestiones universales que angustian a sus congéneres, sino el que se hace preguntas a sí mismo y las traslada en sus libros al lector, para compartir con él quizás no lo mejor, pero sí lo más esencial que posee. Desde este punto de vista, las certezas son mucho menos valiosas que las dudas, y las contradicciones representan más un estímulo que una dificultad.» Qué maravilloso ¿verdad? Y cuán mejor iría el mundo si lo aplicaramos a nuestra vida diaria todos y todas. Pues otra vez estamos de vuelta con Las edades de Lulú.

No, este no es un artículo de odio ni de rencor. Este es un artículo de amor a las letras, a la literatura y a la cultura, un artículo que reivindica, a través de las palabras de una de las grandes novelistas de nuestros tiempos, que leer es abrirse y abrirse es entender al diferente y aceptarlo e intentar entenderse con él o con ella.  

No. No voy a sentir odio ni rencor para quienes no han sabido estar a la altura de una de nuestras grandes narradoras. No. Porque ya les conocemos. Y al final, ya se lo harán ellos, y ellas, con su pequeñez y su estrechez. Nosotros a lo nuestro. Seguimos immersas en las palabras y en la buena literatura, en el lenguaje, porque «el lenguaje es la expresión del pensamiento. Solamente existe lo que podemos decir. Y sólo podemos pensar lo que podemos decir; aquello que no podemos nombrar con palabras no existe y tampoco puede ser pensado por nosotros» como se oía en boca de Almudena Grandes el día de su nombramiento como Hija Predilecta de Madrid; por cierto, la primera mujer en recibir este reconocimiento.

Celebremos la palabra y dejemos que nos abra al mundo, alejándonos de quienes lo quieren estrecho y pequeño.

 

Artículo publicado a Club Còrtum el 22 de junio de 2022

Treballadores de la cultura

Ja fa temps que tinc una obssessió. I em ve de gust compartir-la amb vosaltres, fins i tot corrent el risc que em prengueu per ximple o que penseu que estic d’allò més equivocada. Crec que hauríem de deixar de parlar d’actrius, músics, escriptores… i començar a dir les coses pel seu nom, treballadores del teatre, treballadors de la música, treballadores de la literatura… Sí, ja ho sé, d’entrada sona fatal, però tot és qüestió de temps, i costums, o no recordeu quan ens deien que no havíem de dir bocadillo sinó entrepà? I d’altra banda, si parlem de treballadors i treballadores del sector tèxtil o de l’automoció, per què no podem fer el mateix amb els treballadors i treballadores dels diferents sectors culturals.

I a què ve aquesta obsessió, us preguntareu. Doncs mireu, ve perquè estic cansada, molt cansada, d’haver de justificar un dia i un altre que la cultura ni és ni pot ser gratis perquè és l’obra, l’art i la feina de qui la crea i produeix. Sí, no em direu que no us han dit mai allò de per què he de pagar per una cançó que vull escoltar al meu mòbil si la trobo gratis a internet. I qui diu una cançó, diu un llibre, una pel·lícula… I de sobte et trobes explicant què són els drets d’autor i que qui ha creat aquesta cançó, llibre o pel·lícula viu d’això, tant ell o ella com totes les persones que treballen a la cadena de producció. I tot i així costa que t’entenguin, i et miren com si estiguessis parlant en suahili.

Estic cansada, molt cansada, d’haver de justificar un dia i un altre que la cultura ni és ni pot ser gratis perquè és l’obra, l’art i la feina de qui la crea i produeix

I per què ens passa això? Doncs perquè en el nostre marc mental (ai, el meu estimat Lakoff), no percebem el músic, l’escriptora o l’actriu com a treballadora sinó com algú que s’ho passa d’allò més bé fent el que fa, i punt. Bé, i punt no, perquè hi ha qui va més enllà i encara creu allò dels artistes com a éssers dropos, borratxos i de vida nocturna dissipada. Està clar que fins que no substituïm aquest marc mental pel real, el d’unes persones treballadores, que hi destinen hores i hores i que tenen uns drets laborals que s’han de respectar, no ens en sortirem de fer entendre que la cultura no és gratis. Evidentment, aquesta no pot ser l’única estratègia, també cal un programa educatiu clar i tantes i tantes mesures que no cabrien en aquest àtom. Però això són figues d’un altre paner, que concerneixen als governs  corresponents. Ara bé, el fet de canviar el llenguatge, i per tant resituar el marc mental, ens concerneix a cadascú de nosaltres. Ens hi posem? Comencem a parlar de treballadors i treballadores de la cultura i dels seus drets laborals?

 

Article publicat a Club Còrtum l’1 de febrer de 2021

La banda sonora de la pandemia

Yomequedoencasafestival, 418.000 seguidores en instagram, más de 83 horas de música con 163 artistas, 26.000 seguidores en youtube y ya están haciendo programas musicales por IG Live.

Resistiré, del Duo Dinámico, grabado por más de 30 artistas. Los fondos son para Cáritas. Más de 27.000.000 visualizaciones en youtube desde que se subió, el 1 de abril.

Però a tu lado, todo un himno de Los Secretos, interpretado por la banda con más de 20 artistas. Los fondos van para la campaña #NuestraMejorVictoria, de Cruz Roja. Más de 321.000 visualizaciones en youtube en sólo cinco días.

20 de Abril, de Celtas Cortos, interpretado por la banda junto a varios artistas. Más de 2.580.000 visualizaciones en youtube en 13 días.

Begoña Alberdi. Cada día sale a su balcón a cantar alguna área de ópora para sus vecinos. Y luego las comparte en su facebook. De media, todas tienen más de 300 reproducciones.

Rozalén, concierto en directo en IG Live. Más de 57.000 personas conectadas.

Todos y todas ellas conforman, junto a tantísimos más, la banda sonora de la pandemia. Nos regalan música en directo, regalan su trabajo para recaudar fondos para luchar contra la Covid-19. Su solidaridad y generosidad está en boca de todo el mundo. Nos acompañan y nos ayudan ¡Es de agradecer, y mucho!

Pero creo que ha llegado el momento de aprovechar este tiempo de soledad compartida para ir más allá. Para superar la solidaridad.

Quizás sea la hora de aprovechar esta coyuntura y usar toda nuestra creatividad colectiva para encontrar nuevos formatos y nuevas formas de negocio musical

Así que, si se pueden hacer conciertos por instagram, facebook y otras plataformas, si se pueden grabar clips a distancia, quizás sea la hora de aprovechar esta coyuntura y usar toda nuestra creatividad colectiva para encontrar nuevos formatos y nuevas formas de negocio musical. Artistas, industria, público y administraciones juntos debemos trabajar para encontrar estos nuevos formatos de distribución, pero también de presentación de discos, de promoción y, por qué no, de conciertos. Somos mediterráneos, ibéricos, sureños, nos gusta el contacto humano, y nada reemplazará la emoción colectiva que se genera en un concierto, ni debe hacerlo, pero si ahora que estamos confinados y confinadas en nuestros hogares estamos aprendiendo a disfrutar también, y remarco el también, de la buena música desde casa, ¿por qué no explorar este camino? ¿Por qué no salas de concierto virtuales en las que compres tu entrada y te den el código para entrar? ¿Por qué no, si los conciertos pueden aceptar sólo un tercio de su aforo, vender también entradas para seguirlo por streaming?

De la misma manera que vemos la tele de otra manera, de la misma forma que el libro en papel y digital conviven, quizás haya llegado el momento de que la música haga el salto y lidere una pequeña gran revolución que supere las plataformas musicales existentes y nos ofrezca nuevas experiencias que acaben conviviendo con las tradicionales.

Quizás haya llegado el momento de que la música haga el salto y lidere una pequeña gran revolución que supere las plataformas musicales existentes

Creo sinceramente que se abre una oportunidad de negocio, de negocio sí, no lo olvidemos, la música es un trabajo para todos los que viven de ella, y un negocio que da sustento a muchas famílias. Nuevas formas de negocio musical, de ofrecer ese producto que en esos días se nos ha revelado más necesario que nunca. Y como escribía más arriba, abrir nuevos caminos que se sumen a los ya existentes. Renovarse o morir, que dicen, pues ¿mejor renovarse, no?

Sólo es una idea, quizás loca, quizás sin yo saberlo ya explorada y descartada por quiénes saben mucho más, pero ahí lo dejo. Y mientras tanto, ¿me ayudáis a crear la banda sonora de la pandemia? Visibilizemos los músicos que están dando lo todo en estos días en esta lista colaborativa que sólo he empezado a esbozar: https://www.youtube.com/playlist?list=PL7fkFdRSiDz6qjlAqhTiHbzBaBqT8aC7A&jct=GzOf4-mi4vs6UX_tJ0mk7Kz3sX–GQ

Porque, como sabiamente dijo Fiedrich Nietzche, la vida sin música sería un error.

 

Artículo publicado en Club Còrtum el 6 de mayo de 2020

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